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Carne Asada.

Montreal.

Vacaciones cuando niño.

Vacaciones cuando adulto.








Carne Asada.

Monterrey 1979 (hace 33 años), 38° C a la sombra.

Toda la familia está invitada a una carne asada en algún lugar al aire libre en Monterrey. Cuando digo toda la familia me refiero a papás, hijos, tíos, primos, etc. Y cuando digo al aire libre me refiero al aire libre, o sea al desierto.
A las once de la mañana va llegando el primer contingente con la familia anfitriona. Se estacionan y bajan: el papá, la mamá y 5 hijos (tres hombres y dos mujeres). El papá y los hijos comienzan a bajar todo del coche, desde las hamacas hasta la última cebollita de cambray y empieza todo el ritual, el hijo mayor junto con su papá se dedican a limpiar todo y a encender el carbón con tanto calor que hace nomás hay que ponerlo ahí y listo, los demás hijos acomodan mesas, hamacas, “cheves” y refrescos en la hielera, mientras que la mamá e hijas a preparan toda la carne con sal, pimienta y menjurjes, algunas quesadillas, chorizo etc.
Y comienzan a llegar los invitados de familia en familia como si se hubieran puesto de acuerdo en llegar todos a la vez. Se bajan las familias invitadas de sus coches y vienen todos juntos: papás e hijos desde el mayor hasta el menor. Todo el que va llegando va cooperando con acciones, unos hacen una cosa, otros otra pero ninguno está sin hacer nada. Ya para la una de la tarde (hora en la que se había establecido la carnita) todo está listo y alrededor de la mesa toda la familia lista para empezar a comer, el calor no aminora pero nadie se queja, sube dos grados ahora están a 40° y todos como si nada. Los papás con sus cervezas y todos los hijos aunque sean adultos con sus refrescos. Comienza la tertulia y la conversación alrededor de la mesa con manteles de cuadritos, bajillas de porcelana y utensilios de acero inoxidable, alguien hace tomas de video con una cámara de última generación con un VHS como cinta y una batería de dos toneladas cargada al hombro, es lo último en tecnología pero nadie le da importancia. La conversación se desarrolla en temas que van desde si el ablandador de la carne es bueno hasta si el cura está haciendo acciones de beneficencia o no. De sexo no se habla ni pio. El tiempo pasa lentamente y el sol no da ni un minuto más para seguir hablando de Alberto Cortez y su famosa canción “Mi árbol y yo” Todo mundo como un ejército entrenado empieza a recoger todo. Son las siete de la tarde el calor disminuye dos grados. El lugar ha quedado tal y como lo encontraron, no se puede saber si alguien estuvo ahí o no. Todo mundo regresa a casa después de una tarde reconfortante y una comida exquisita.

Monterrey 2012 (33 años después), 38° C a la sombra.

Toda la familia está invitada a una carne asada en la casa de alguien en Monterrey. Cuando digo toda la familia me refiero a papás, hijos, tíos, primos, etc. Y cuando digo en la casa de alguien me refiero a la casa de uno de los tíos.
A las once de la mañana va llegando papá y mamá con todo lo que se necesita para la carne asada, bajan todo del coche desde la carne hasta la ultima cebollita de cambray. La mamá, sola, comienza con el ritual de aderezar la carne y preparar todo lo que se tiene que preparar, algunas quesadillas y chorizo, de los hijos e hijas ni sus luces. A la una de la tarde comienzan a llegar los invitados o sea los hermanos, hermanas, cuñados y cuñadas de los anfitriones, de los sobrinos he hijos no se sabe nada. El papá anfitrión prende el asador, ahora solo hay que apretar un botón de encendido electrónico y abrir la válvula del tanque de gas, una cerveza por aquí y otra por allá. Todos los hermanos y cuñados cooperan en la preparación de la carne. Ningún sobrino e hijo se ha aparecido. Ahora todos reunidos dentro de la casa se sientan alrededor de la mesa (ya no hay un mantel de cuadritos) la mesa ahora tiene un recubrimiento de un material extraño que no se raya ni se mancha, ni se ensucia, ni nada. Todo es desechable… pero no importa, lo más importante es la conversación.
Por allá se escucha que van llegando algunos de los hijos, primos y sobrinos (no todos) y se sientan alrededor de la mesa. Alguno comenta: ¿podrían prender el aire acondicionado? Hace mucho calor, el aire enfría la casa y también la carne… alrededor de la mesa en lugar de platos y vasos, se ve la mayor cantidad de aparatos electrónicos jamás vistos porque ya llegaron más hijos, sobrinos y primos. Desde los blackberrys hasta los nuevos Ipad’s pareciera una venta de aparatos electrónicos. Los hijos siguen llegando a cuenta gotas y para entrar a la casa enseñan sus nuevos aparatos como si fuera el cover. La conversación entre los hijos alrededor de la mesa se desarrolla a través del twiter, zello y skype. Uno que otro revisa el Facebook, el Gmail, y guardan miles de fotos de la comida en iClud, Skydrive y Dropbox. Los tíos sorprendentemente aún conservan la conversación en vivo y comentan a cerca de si el cura está haciendo obras de caridad o no. Se termina la tertulia y todos los hijos, sobrinos y primos se lanzan a la salida como si acabaran de dar el toque para salir al recreo de una escuela, uno de los tíos grita: ¡No les van a cerrar la puerta!
Un vez que todos se han ido incluso los hijos anfitriones, se quedan solos papá y mamá y recogen hasta la última tortilla que quedó. Son las diez de la noche, el calor disminuye cuatro grados. El lugar ha quedado tal y como lo encontraron, no se puede saber si alguien estuvo ahí o no. Todo mundo regresa a casa después de una tarde reconfortante, una gran tecnología y una comida exquisita.
Todos los papás y mamás que participaron en la carne del 2012 eran los hijos y sobrinos que participaron en la carnita asada del 79.
Los tiempos de Dios son perfectos.
Un amigo dijo: No dejemos de enseñarles a nuestros hijos lo realmente importante.


Montreal.
Algunas de las cosas que te pueden pasar cuando viajas o por lo menos a mí.
Vuelo Q-2847 Mexicana de aviación antes de la bancarrota, sin escalas de la Ciudad de México a Montreal.
Para tomar mi vuelo a Montreal viaje de Morelia al Distrito Federal con un amigo que viajaría el mismo día a Valparaiso, llegamos a la hora convenida, él, en punto de las 6:00 pm se registró y se fue a la sala donde su vuelo saldría a las 8:00 pm, sin inconvenientes, creo. Mi vuelo directo a la ciudad de Montreal lo compré por internet. Viernes 10 de diciembre de 2010, 09:55 pm había que registrarse dos horas antes. Y ahí estoy listo y dispuesto, formado para documentarme. El fulano que se encontraba detrás del mostrador revisaba y revisaba mi pasaporte, llamaba a unos y a otros en francés, alemán, inglés, etc. revisaba mi hora de salida y todo lo que tiene que revisar para darme el pase de abordar, me dio algo de miedo porque pensé que me estaban confundiendo con algún narcotraficante, habló hasta la embajada canadiense y no me encontraban por ningún lado. Cuelga el teléfono, revisa la computadora y entre dientes para no avergonzarme con todos los que estaban detrás de mi en la fila me dice: “Señor hoy es jueves, su vuelo es para mañana.” ¡Que pena! No puedo acomodarlo en este vuelo.
Jijo de la… no te digo Gómez, dijo el comanche.
Sin más que hacer decido vivir en el aeropuerto una noche y un día, me documento tal y como lo había intentado la noche anterior en punto de las 9:55 pm, el fulano al momento de reconocerme me recibe con una sonrisa y me dice: Bienvenido, ya ni siquiera se fijó en el pasaporte ni en nada me dio el pase de abordar como si lo tuviera listo desde la noche anterior.
Cuando viajas a esos países donde el clima es más importante que la bolsa de valores y la teoría de las generaciones, hay que estar muy atentos y yo como todo un buen previsor revisé el clima en Montreal para las 6 am, 16° C bajo cero ¡¡Qué!! Si -16° C. Compre toda la ropa para frío y me fije en las etiquetas (es importante), todo estaba hecho en Indonesia. En mi maleta de mano llevo “La vaquera” (ropa térmica), botas para nieve, chamarra de piel, bufanda, guantes, gorro de esquimal, pasamontañas, lentes, etc. Todo lo llevo listo para cambiarme al llegar, por lo pronto viajo con una playera, mezclilla y tenis. Seis horas después, al sobrevolar Montreal se ve todo cubierto de nieve, hay tanta nieve que no se ve si ahí debajo de todo esto existe una ciudad.
Para este viaje en especial llevaba en mi maleta 60 tacos al pastor (para Inés), dos kilos de barbacoa (para Arturo), y tres botellas de tequila Tradicional (P’a la doña) parece chiste pero es verdad, pueden preguntar. Al llegar a migración lo primero que me preguntaron fue si traía comida o alcohol a lo que respondí: De comida nada y soy abstemio. Pásele me dijo la teniente. Recojo mi maleta y hábilmente reviso a los y las policías que están al final de los pasillos que deciden si te revisan la maleta o no, y escojo a uno que me parece el más indicado ya que mide dos metros de altura y lo mismo de hombro a hombro con un traje de policía impecablemente limpio, lentes oscuros y rapado hasta las orejas, con un perro que parecía estatua. Sí este es el indicado prefiero a éste que a una mujer, nunca te formes donde haya mujeres policías por más menudas y frágiles que las veas. Paso y le entrego la tarjeta que llenas en el avión y con una sonrisa le digo “Bonjour” como si yo fuera el primer ministro de Canadá y con un francés como lengua materna, me saluda y me deja pasar haciendo una caravana. “Fiuu” no sé como el perro no detectó los tacos y la barbacoa.
Camino hacia uno de los baños y saco todo el equipo de alpinismo, y guardo todo el equipo de playa, voy listo para esperar el autobús. Estoy dentro del aeropuerto. Entre la parada del autobús y yo nos separan tan solo 6 metros, 40° C (20 adentro y -20 afuera habían dicho menos16 pero nunca le atinan) y una puerta giratoria. Ni madres que voy a salir con ese frío que hace allá afuera, aquí me voy a quedar hasta que llegue el dichoso camión. Pienso en mi amigo en Valparaiso disfrutando del calor porque allá en Chile es verano por la inclinación de la tierra, que envidia. Y ahí estoy cubierto como el comandante Marcos dentro del aeropuerto a 20°C y sudando. La fila de “osos canadienses” comenzaba a hacerse más grande, la nieve caía y todos allá afuera como si nada, y dije si no sales estos canadienses no te van a dar chance de subirte al camión, allá hay que formarse, si no te formas te va a tocar irte caminando, pero me aguanté, no me importa, no voy a salir a ese inche frío, porque además no tienes ni idea de los que son 20° bajo cero solo lo imaginas porque lo has visto en el Discovery Chanel. El camión llegó a la hora en punto como marcaba el itinerario, y yo en chinga que salgo corriendo y me subo al camión antes de que el frío se diera cuenta, me siento y sigo sudando porque adentro del camión estamos a 25°C. Todos arriba del camión se quitan hasta los calcetines y van como si estuvieran en alguna cafetería o en la playa, y yo sin quitarme ni un gramo de protección porque no sabía que tan lejos iría, preferí no quitarme nada, se me quedan viendo como diciendo ¿dónde será la fiesta de disfraces? Me vale madre… como traigo pasamontañas y lentes nadie sabe quién soy, lo que si saben es que no soy de ahí.
Dos horas después y deshidratado por la indumentaria, me bajo del camión y dos pasos después me meto a la estación del metro, sigo cubierto de los pies a la cabeza y sudando, si sudando, porque no sé que hacer con tanta cosa que me cubre todo, realmente he estado menos de 30 segundos en el frío, me subo al metro y no sé si quitarme algo de ropa, y vuelvo a pensar, que tal si a la estación a al que voy llegamos en un santiamén, mejor me la dejo total qué puede pasar. Llego a mi destino y por fin salgo de la estación del metro y me encuentro frente a frente con la nieve y 24°C bajo cero, si ya son 4° de diferencia ¡pero para abajo!. Solo son cuatro cuadras lo que separa la estación del metro de la casa y como ando cubierto hasta los dientes dije: Ora si que se venga el frío, me daba miedo porque por dentro venia empapado en sudor, la física intervino un momento: Sí el agua se congela a cero grados que no hará con el sudor a menos 24° pero me arriesgo. Mientras, arrastro la maleta por la nieve y caminando como si me vinieran persiguiendo. Empiezo a sentir algo como un hormigueo ¿qué me pasa? ¡Me estoy congelando!, el frío se cuela por la bufanda, el pasamontañas, los guantes, la gorra, los lentes, las botas, la chamarra y el pantalón. Y sigo arrastrando la maleta porque las rueditas no giran en la nieve, nomás me queda una cuadra para llegar, el frío es insoportable y por fin llego a casa, entro y me reciben a 22°C con todo y abrazos. Uff! Que rico, ya en casa me quito los 18 kilogramos de ropa, toda especial para frío que había comprado, por curiosidad ya que el frío se había colado por todos lados vuelvo a leer las etiquetas: Hecho en Indonesia, que raro, Indonesia me sonaba como a un país donde no saben que existen grados sobre cero, investigo dónde está Indonesia pensando encontrarme un país al norte mucho más arriba que Rusia y ándale, nada más y nada menos que se encuentra en el mismísimo ecuador. No manches ¿qué van a saber estos de frío?

Moraleja: A donde fueres haz lo que vieres.

Si vas a la playa compra todo allá, si vas al polo norte compra todo allá. Y si vas a México compra todo el tequila allá.


Vacaciones cuando niño.
Un día antes de salir de vacaciones a la playa, todos están emocionados, la mamá como siempre prepara los sándwiches para el viaje, pero no solamente los prepara, analiza a todos los que irán desde el más pequeño hasta el mayor, verifica los gustos de cada uno. Y hace sándwiches especiales para cada viajero, los que llevan mostaza y los que no, los de mayonesa y los que no, los que llevan chile y los que no; y, los con queso y los que no. Tiene que poner mucha atención ya que viajarán siete pasajeros. Todo los sándwiches perfectamente envueltos y acomodados en servilletas y metidos en la bolsa del pan Bimbo donde venían los panes, ningún sándwich lleva marcas para identificarlos, mamá recuerda todo. La cafetera está lista para encenderla en la madrugada a la hora correcta, el termo del café también está listo, los refrescos en una hielera y así toda la comida para el día siguiente. Con tanta comida pareciera que todas las vacaciones se desarrollarán dentro del coche. Y cómo no, si el viaje dura ocho horas.
Mientras el papá hace todos los preparativos con lo que respecta al transporte: va a la gasolinera a llenar el tanque, revisa los niveles, los frenos, el agua en el radiador, la presión de las llantas, etc. Carga una caja de herramientas tan grande que no le da espacio a las maletas, y además desea que el coche se descomponga para que todos vean que es capaz de repararlo como si tuviera un doctorado en mecánica. Le enseña a su hijo mayor todo lo que se tiene que revisar en un automóvil antes de salir de viaje desde la proa hasta la popa y de babor a estribor.
Todo listo, las maletas en la puerta de la casa como si se quisieran adelantar, algunas otras ya en el coche desde la noche anterior. La salida está programada para las 5:00 am., esto con el fin de llegar al hotel a la una de la tarde hora en que se puede ingresar al mismo. Nadie se ha dormido y ya son las 12 de la noche, esto por la emoción del viaje, algunos de los hijos están acostados con todo y el traje de baño, por fin, a la una de la mañana todo mundo está dormido o haciéndose el dormido. Una hora antes de que suene el despertador mamá como siempre se levanta a preparar el café. Y no se sabe que más hace durante una hora porque nadie la ha visto. Algunos dicen que se arregla pero no es verdad porque ella está arreglada desde la noche anterior, otros que no, que el verdadero misterio es que se levanta para que todos digan que se levantó más temprano que ninguno, pero se va al sillón a seguir con la “cieguita”. A las cinco suena el despertador y el papá se levanta, y levanta a todos como si fuera el general de división de algún regimiento, sale rápidamente y sube las maletas faltantes, calienta el coche (antes había que calentarlo). A las cinco en punto como lo había establecido papá, toda la familia lista para partir.
En la primera media hora del viaje todo mundo habla y opina de diferentes temas, mientras papá reparte bolsas para una emergencia de mareo, mamá les da a todos “dramamine” para no “gomitar” y nomas de olerlo te dan ganas (que ironía). Pero pasando la media hora todos se han quedado dormidos. Once de la mañana, la hora más importante del viaje “El desayuno”. Mamá como una experta abre los sándwiches y los reparte como si fuera la diosa Kali y además sabe qué sándwich le toca a cada quien, el termo de café lo destapa con el séptimo brazo mientras que con el octavo vacía una taza de café para papá. Los refrescos también los destapa mamá y los entrega como una despachadora de refrescos, a cada uno el de cada uno. Esta parte del viaje es la más importante de todas las vacaciones. Un vez terminado el desayuno mamá recoge todas las servilletas, envases y tasas de café y los pone en algún lugar misterioso, al final nadie sabe donde quedó toda esta basura.
¡Ah! pero reserva para ella, una vez que todos terminaron, un club sándwich especial con doble queso, pollo y jamón serrano, luego saca una copa con vino blanco frío chardonay y una ensalada de esas que venden en el mejor restaurante vegetariano de la ciudad. ¿De dónde? Otro misterio. (Se lo merece).
Nota: A mi lo que más me gustaba era encontrarme después del viaje allá en el rincón de la cajuela del coche un sándwich aplastado envuelto todavía en la servilleta remojada de las orillas, mmm que rico además estaba calientito.


Vacaciones cuando adulto.
Viernes, están indecisos en ir o no a la playa porque sus hijos no han llegado, pero les han enviado un mensaje por el celular (es lo único que han aprendido para comunicarse con ellos). Por fin contestan y están animados en el viaje a la playa. Papá y mamá deciden que es lo mejor para la familia así que mamá manda pedir unas empanadas de atún y algunos canapés para el viaje. Papá no se preocupa por el coche porque tiene un motor de inyección electrónica y una computadora que regula desde los niveles hasta la presión de las llantas. Ahora subir una caja de herramientas parece ridículo, será solo por si no traen un destapador para los refrescos creo que ya ni para eso porque ahora todos son “twist”. Las reservaciones están hechas para el sábado a la una de la tarde.
Los hijos van llegando a las cinco de la mañana después del antro, papá y mamá ya están levantados y tomando café, los hijos preguntan si van a ir a la playa o no. Todos se suben al coche a las nueve de la mañana incluso los novios y salen rumbo a la playa, ahora se hacen solo cuatro horas. Todos los hijos y novios llevan sus ipods conectados a sus oídos, parece que ahora ya nacen con ellos conectados en lugar de la placenta, mientras papá y mamá comentan algo sobre alguna noticia ellos continúan desconectados y conectados al mismo tiempo. Ahora no hay “dramamine” porque todo es autopista. A las once de la mañana, hora del desayuno, mamá les pasa la bolsa con empanadas de atún y la hielera para que agarren como puedan. Solo a papá le sigue dando su café y sándwich como lo hacia su mamá con su papá. Ella sigue con la tradición del club sándwich especial con doble queso, pollo y jamón serrano, y su copa con vino blanco frío chardonay y una ensalada mixta con vinagreta. ¿De dónde? Sigue siendo un misterio a pesar de tantos años.

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